América de la Torre
- cartografiaescrito
- 17 sept 2024
- 4 Min. de lectura
Los géneros que más utiliza son: poesía, cuento y otro.

Poeta, escritora y ensayista. Master en Literatura Mexicana. Traductora de Lengua Inglesa y Francesa. Diplomado en Filosofía Política. Diplomado en Gramática Española. Ha sido publicada en diversas revistas de literatura como Tierra Adentro de CONACULTA, Tierra Baldía y Vertientes ambas de la UAA, así como en Talleres del ICA. Antologada en el libro Contorno de Fuego, Poesía, 2013, autora de la obra Demiurgo del demiurgo Primer lugar del Certamen Histórico Literario 2001 y del libro de poesía Orioles, del 2012.
Fotografía de América de la Torre tomada por Azul Jiménez
Becaria del FECA en Poesía 2013 y Becaria FECA en Novela en 2000. Fundadora de Talleres Literarios y de Formación Política y de la Red Nacional de Educadores Populares. Fundadora y activista y artivista voluntaria del Proyecto Cultural Comunitario Habitar Las Artes, y de los Talleres literarios, de Lectura y Decolonialidad. Es gestora cultural de espacios para promoción de la lectura como Ferias del Libro por tres años consecutivos y la FILIT en el 2023. Fundadora del Encuentro de Poetas Purépechas de Santa María de Guido. Fundadora de la Comunidad Artistas por la Paz, México y Latinoamérica en acciones decoloniales; Directora Editora de la Revista “Potentia, Artistas por la Paz, México y Latinoamérica”; Impulsora de Proyectos de rescate de memoria histórica como. “Semillas Históricas” y de Las travesías “Latidos originarios, bajo las canteras del colonialismo”. Es miembro de diversos colectivos activistas por la Vida y la Paz en Palestina y el Futuro de la Vida. Es Formadora Cultual por cursos de la Secretaría de Cultura de Morelia y fue participante en el Proyecto Voz Mujer del Instituto de la Mujer Moreliana para la Igualdad Sustantiva. Es miembro activa de la Asociación de Mujeres ALMA. y coordinadora del Seminario De-s-colonialidad en el Arte y la Cultura.
TEXTO LITERARIO
ORIOLES PALABRAS
América de la Torre
I
En los lindes donde él persigue su propio nombre, donde la boca busca morder el tiempo a una sola palabra, ellos se reunieron e hicieron el gran anhelo de los días. Su respiración se agitó arenadamente en la historia de brujas travesías, e igual que hace la ancianidad del éxodo, atemorizó a los seres que se lleva dentro. -Y es que él tiene en la boca la hendidura de la memoria; avanza; resquebraja saliva y sangre porque ha quedado irremediablemente solo, mirando lo que él se fue-.
Y cómo desean varar. Hundirse en los arrecifes del cuerpo y bullir el hundimiento carmín. Encontrar en la zozobra el duelo que los aniquile, y si aún latir frente a sus burbujas, -porque no pueden arrancarse la vida-, cómo desean hacerse un puñado de aves enormes y pujantes, fotografiar la historia y desde las alturas -la inquietud de sus palpitaciones vuelta una topografía rocosa en el pequeño pecho- desean decir, garabatear a bateos -y gota a gota entre línea y línea de tanto no-lugar que hay por todos lados- la forma en que ella, tan inconmensurable, ha quedado a la deriva.
Él la ha visto desnudando a los hombres cualquiera: -mira como los ha dejado revolcarse en su piel huecosa; añejarse demasiado pronto entre sus muslos y su aroma a olivo, para soltar en los gemidos la emigración de un lenguaje sin pre-historia, sin huellas-.
Y ellos se han tornado pájaros cautivos sobre su lecho. Descienden boca abajo y ya van a chapotear y resbalar en la fuente donde se gestan las oquedades; arrastrarse y recorrer la escalera dorsal a espirales; y las piernas andariegas -a espasmos la sábana y su memoria a algodonales-, van a salírsele por entre la dura piel -toda ralloneada y quedar, bajo las plantas de sus pies suspensos, convertidos en piedras.
Todo es un símbolo que debe callar entre ellos y ella; dos extraños -como si dos pueblos petrificados o dos viajes que se enfrentan y mecen, mientras tú Ignacio, tan lejos y solitario, pisoteas guijarros que plagan de significados la geografía en los muros pintados que caminas -sí tan inhóspitamente extranjera-.
Creo que ella, inconmesurable al renombrarlos en la multitud del discurso, ha adivinado tu futuro y no desea contemplar el evento. Nadie -yo misma-, sólo deseamos perder el sentido; la conciencia que se nos vaya hacia atrás, pues hemos hallado en ese camino rocoso, el rostro esquirlado, erizado del gran exilio –y tan impreciso-, al que uno mismo se arroja a veces, y se lo anda descalzo.
-Si al menos pudiera subirse al más alto árbol de la casa y lanzarlos; estirar la resortera, apuntarles la muerte. Si pudiera aventarse desde las alturas con ellos y todavía en el vuelo atrapar alguno más y acariciarlo, domarlo, golpearlo duramente, y luego, dejarse ir al vacío entrenzado a su vientre. Si tan sólo a uno de ellos, al que no se ha apalabrado porque se sabe de su poder. –
Publicado en: de la Torre, América. (2012). Enciclopedia de la Literatura en México. Aguascalientes: Instituto Cultural de Aguascalientes, Fondo Estatal para la Cultura y las Artes (FECA). ISBN: 9786077585497
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