Nikté Ha Yalit
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Los géneros que más utiliza son: poesía, cuento, diario, reflexión periodística y otro.

Nikté Ha Yalit, nació en Morelia 1991. Licenciada por la Facultad de Letras U.M.S.N.H. (2021). Actualmente es maestranda en la MIHE U.A.Z. Como escritora Participó en el Segundo Encuentro Universitario de Jóvenes Escritores de Morelia (2018). También participó y publicó en la Feria Intercultural del Libro en Tacámbaro en el (2019) y publicó en la antología literaria (2019), “Raíces a una voz” de la misma. Estuvo en el 1er. Festival del Libro y la Poesía de Morelia como participante en lectura en voz alta (2019). Intervino como exponente en el Primer Coloquio Internacional: Praxis y Vida Cotidiana del I.I.F de la U.M.S.N.H. (2023). Ha publicado títulos de poesía como Dos mundos: un verbo… (Poesía Volante 2019), una colección de Haikus Kokoro, con prólogo de Abdías Martínez (Poesía Volante 2022), De versos: instantes…, con prólogo de Marco Regalado (La Caja de Pandora Ediciones 2024), El Telón de las Polillas (Poesía Volante 2024). Durante los últimos años se ha presentado en diversos encuentros literarios, filosóficos y artísticos, así como en Ferias del Libro estatales y nacionales. Actualmente es la Directora de la página de “Escritores Michoacanos”, Coordinadora de la Revista Independiente “Poesía Volante”, y miembro de la Academia Nacional e Internacional de la Poesía SMGE Michoacán y del Taller Literario: “Poeta en su Tinta”.
TEXTO LITERARIO
EL TELÓN DE LAS POLILLAS
Nikté Ha Yalit
Para Horus, mi aurora
Las luces amarillas se encendieron antes, primero fue en la barra y luego en las mesas de la cafetería. La señora Rosario junto con su amiga Candelaria ya se encontraban en la barra esperando su café y sus galletas de avena, mientras que la señorita Ximena ‒la joven que siempre se sentaba en la mesa del rincón‒ iba llegando con su camisa tres cuartos color verde, su pantalón roto de mezclilla y sus tenis blancos de costumbre. Dicen que tiene dieciséis años. Es una de nuestras clientas más frecuentes a la que se ve con libros diferentes cada semana. El viernes traía el “Secreto de las flores” de Valérie Perrin.
Al estar limpiando las mesas escuché la plática de la señora Rosario que estaba feliz porque su hija al fin se iba a casar con un ingeniero y ya no estaría sola. Mientras que la señorita Ximena estaba entretenida con su libro “La mecánica del corazón” de Mathias Malzieu.
Cada persona con su platica y yo escuchando el movimiento de las tazas, cuando dejan los platos en la barra con el tic tic del timbre al estar lista una orden; escuchando, también, el sonido de los carros que pasan una y otra vez. Al terminar de limpiar las mesas voy a la barra para enjuagar el trapo, cantando con voz bajita, la canción “Epitaph” de King Crimson.
Al estar encajada en la canción, me encuentro a un lado del vitral con un niño de prescolar dibujando con gises, un arcoíris, un sol y sus nubes, en el suelo de madera. Trae un pantalón de mezclilla con parches de “Los Simpson”, una playera blanca, o creo que es de ese color. Mientras dibuja tararea la canción de “One” de Metallica. Yo lo observo con extrañeza y misterio: se parece a él.
Las gotas del tiempo caen a las calles de Morelia. El atardecer se resbala y tiembla en las hojas sueltas de los árboles. Ahí están los amantes del pasado que vienen, tal vez, del Jardín de las Rosas ‒un jardín muy romántico y bohemio, por cierto‒. Yo los contemplo desde el vitral del café mientras el niño sigue dibujando el arcoíris y el sol: un sol muy peculiar, cuyos rayos de trenzas se adhieren con el abismo que está detrás de los frondosos y hermosos claros, donde se encuentran ellos.
Ah, qué extraño es vagar sobre la niebla y sentir que ya no me ves, saber que ya no tenemos un tiempo. Tú sigues con ella, mientras que yo estoy entre los claros con un corazón roto. Entonces me pregunto, ¿cuál es la dinámica de una lágrima? y por un minuto me someto a mis dudas…
¡Maldición! ¿Por qué no me ves?, ¿sabes lo horrible que se siente cuando dices “es sólo el viento”? Yo te veo, y en cambio tú sólo ves viento. ¿Es acaso que soy viento ahora, en tu futuro, y sólo eso?, ¿que ya no pertenezco a ti, porque mis ojos han cambiado y se han vuelto cafés? ¿O es que, sólo es ella, Ojos verdes, quien puede hipnotizar tus abismos, tus miedos y tus infiernos?
Con un grito, el niño me saca de mi tristeza. Está enojado con su dibujo porque no le queda, y dice: El arte puede ser genial, pero no más que un ser vivo, porque por insignificante que parezca, soy mejor que esos cuadros condescendientes, colgados en la pared. Yo sí vivo… y siempre viviré.
Al escucharlo y pensar en su edad, me quedo atónita. Y por un segundo me suspendo en el aire, viendo al niño, tan metido en su juego, donde no late el ansia de erigir su estatura entre los hombres. Descifro el tiempo que corre en el dibujo y en los amantes: el niño dibuja mi añoranza.
Al final de los claros del sol yo lo veo a él con Ojos verdes, tomados de la mano y caminando por la acera del teatro “José Rubén Romero”. Ellos se contemplan, amándose en la permanencia de sus ojos. Ella con su cabello castaño y largo, con un toque rosa suave en sus besos y un vestido rojo a media rodilla. Él, a quien mis ojos han amado, la jala contra su boca y la besa con todas sus fuerzas; la abraza y la aprieta tan ferozmente que no pasa ni una sola molécula de aire entre ellos… Son felices. En cambio, ahora…
Fuimos como la luna y el sol en un eclipse: únicos y sublimes… pero no eternos. Me acerco lentamente al vitral, atravesando los comensales, para ir a la profundidad de aquellas sonrisas que nos dividen. Y es que, de los peores dolores en la vida es perder a la persona que se ama; es no olvidar aquellos instantes que se entrañan en la memoria. Aún tiemblan mis labios al recordar su nombre…
H O R U S
Publicado en: Nikté Ha Yalit. (2023). El telón de las polillas. #84, de poesía volante, nueva época.
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