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Viridiana Ponce

Los géneros que más utiliza son: cuento, literatura para jóvenes y novela.


Créditos: Mariana Ortiz Ponce. Fotografía tomada en el museo de Arte contemporáneo de Querétaro.
Créditos: Mariana Ortiz Ponce. Fotografía tomada en el museo de Arte contemporáneo de Querétaro.

Viridiana Ortiz Ponce, Nació en la ciudad de Morelia, Michoacán. El 5 de octubre de 1993. Es maestra en Educación Positiva por la Universidad TecMilenio, licenciada en Lengua y literaturas hispánicas por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo, estudió una especialidad en Periodismo Político en la UDEM, tiene un diplomado en Historia del arte Contemporáneo en la Universidad Anáhuac. Se ha desempeñado como docente por más de cinco años en el Tecnológico de Monterrey en el área de Español y literatura a nivel bachillerato. Por más de dos años colaboró con el Centro de escritura de la misma institución. Ha impartido clases en la Universidad Vasco de Quiroga en la carrera de Ciencias de la Comunicación. Ha publicado textos de su autoría en Sonámbula y Especulativas en 2025. Colaboró como coordinadora de talleres en el área de admisiones del Tecnológico de Monterrey, ha impartido charlas y talleres dentro y fuera de la institución, entrevistó a Fernando Mejía en la conferencia magistral “La importancia de aprender haciendo lo que te apasiona” en 2023. Es apasionada de la lectura y escritura de terror, además de diseñar sesiones interactivas con el objetivo de acercar a los jóvenes a la lectura y escritura creativa.


TEXTO LITERARIO

Lista de pendientes

Viridiana Ortiz Ponce


 Enviar el correo

 Hacer la cita

 Comprar las croquetas del gato

 Pasar al súper

 Preparar la cena

 Visitar a mi mamá


Parada en el tráfico mientras cambiaban las luces del semáforo, primero verde, luego roja, comencé a pensar el día que completé la lista, nunca lo hacía porque jamás contemplaba el tráfico, las horas extra del trabajo, los imprevistos, los pendientes que no anotaba y un largo etcétera.


Escuchaba los “claxons”, ruidosos, los conductores gritando, acelerando y frenando de golpe para avanzar un metro, pero atascada ahí me acordé cuántas veces tuve que malabarear entre el trabajo y todas las responsabilidades.


Cambió el semáforo, un coche se me metió. ¿Devolví la llamada al cardiólogo? ¿Me había modificado la cita o solo llamó para recordarme del medicamento? Lo llamo al llegar a casa.


No avanzábamos, me sentía aliviada porque no debía ir a otro lugar antes de llegar a mi casa, ya habían pasado por los niños y por el gato de la veterinaria, lo único que tenía que lograr ahora era llegar a mi casa, tomar un largo baño de agua caliente y después a dormir; sin antes haber preparado el almuerzo de mañana, preparado las cámaras, los lentes, revisar que todo estuviera cargado y con batería suficiente para la sesión del día siguiente, dejar listas las tareas de los niños y revisar que las uñas estuvieran cortas, la ropa limpia y sin arrugas, por la planchada no me iba a preocupar por ahora.


Me acuerdo que el fin de semana pasado cuando visitamos a mi hermano tardé dos horas en salir; la maleta ya estaba lista, las mochilas de los niños también, pero el más pequeño no se dejaba cambiar corría como trompo alrededor de la casa, salió a jugar con el perro mientras yo me preparaba un café y se ensució de lodo, lo cambié dos veces; el mayor, por el contrario, no se despegó del ordenador argumentando que tenía tarea y si no la enviaba no iba a disfrutar el paseo, yo preparé unos sándwiches, intente acomodar pendientes, ya eran las dos. El tráfico

sería imposible y olvidé dejarle comida al gato. 


Verde y después rojo, ¡otra vez! Carajo por qué no avanzo, necesito llegar a la casa, no puedo quedarme encerrada aquí, no ahora. Tengo mil pendientes, algunos ya los pasé para mañana, pero otros son imperantes que los revise.


Transcurrieron dos horas, mis hijos estaban preocupados, la esposa del más chico no había parado de llamar hospitales, y mi nieto, el más pequeño, ya se había bañado y tomado la siesta.


—¡Mamá! ¿Dónde estabas? Nos tenías angustiados


—En el tráfico me quede atrapada en un accidente mientras regresaba de la

oficina


— Tienes 89 años mujer, tú ya no vas a la oficina…


Llévate a mamá a descansar, hace años que yo ya no voy a la escuela, se salió otra vez a la oficina y regreso con una lista de pendientes, ¿hasta cuándo podrá descansar?


Publicado en: Ortiz, Viridiana (2025). Lista de pendientes. Morelia: Especulativas. https://especulativas.com/2025/05/09/viridiana-ponce-lista-de-pendientes/



Eclosión nocturna

Viridiana Ortiz Ponce


Estaban tres cascarones en la tarja del fregador, leí la receta para el pastel y mencionaba solamente uno, pero mi abuela ya vieja y olvidadiza era quien más tiempo pasaba en la cocina, se le conocía en el pueblo por sus remedios, pero aún

más por sus conjuros, ella veía en la noche la imagen de que todo en la oscuridad se desvela.


Tomé los cascarones y los puse en la basura, no había nada para comer y mi abuela había salido, no le di importancia. Tomé el computador, me puse a adelantar trabajo, se me fue el tiempo y claramente mi abuela no había regresado. La noche ya había entrado, entonces salí al jardín, tal vez, nunca salió. Fui a su habitación y solo el silencio y el espesor me acompañaban, ningún rastro de mi abuela.


—Rompe el huevo, deja que sea lo que está adentro lo que te guíe —, esas palabras las escuchaba desde niña, cuando creía que la repostería era su único trabajo, cuando pensaba que el llamarle bruja era solo por la gente envidiosa.


—Rompe el huevo en la noche, cuando la luna esté llena, y desvelará aquello que quieres saber —, entonces como si alguien me estuviera hablando volví a la cocina, ese pensamiento no salía de mi cabeza, yo nunca había roto el huevo más que para cocinarme el desayuno, pero se me hizo muy raro que mi abuela no regresara, ni siquiera sabría a donde salir a buscarla, esa mujer siempre tenía un halo de misterio a su alrededor.


Lo único que tenía claro en ese momento era que mi abuela, el único familiar que tenía desde que tengo memoria, la única frase que recordaba de ella era esa: Rompe el huevo, en la noche oscura cuando la luna este llena.


Tomé tres huevos, rompí el primero, por el hedor casi vomito, salió el feto de un pollo, lleno de sangre color rojo vivo, casi escuchaba trinar si no fuera porque una de las entrañas se le había salido como si un cuchillo lo hubiera traspasado. Rompí el segundo y de ahí salió el negro espesor de la noche, no tenía aroma alguno, pero parecía un coágulo de sangre podrida; rompí el tercero, un huevo duro y muy pesado, ya no sabía si se trataba de mi cansancio, de la pesadez o de las alucinaciones que había tenido desde niña.


Del tercer huevo salió mi abuela, vieja en forma de gusano.


Publicado en: Ortiz, Viridiana (2025). Eclosión nocturna. Morelia: Sonámbula. Morelia: https://sonambulaescritura.blogspot.com/2025/04/eclosion-nocturna-de-viridiana-ortiz.html?m=1



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